martes, 18 de diciembre de 2012

Una espera eterna

Sólo ha pasado una semana, pero estoy ansiosa por verle, tocarle, besarle. Estos días sin él han sido insufribles. Creía que no aguantaría más sin sus abrazos, sus caricias o sus besos, pero ya está, la agonía ha acabado, dentro de unos minutos saldrá por esa puerta y lo primero que verá será a su chica, esa que tanto le quiere.
El corazón empieza a latirme desbocado cuando las puertas se abren y empieza a salir gente, en sus rostros se refleja el cansancio debido al largo vuelo desde Nueva York, pero a mi ellos me dan igual, yo solo quiero que él aparezca de una vez. Pasan un par de minutos y nadie más sale. Me estoy empezando a preocupar, ¿cómo es que todavía no aparece?
De repente, alguien tapa mis ojos con sus manos y me susurra al oído "Te quiero y te he echado muchísimo de menos". Es él, por fin está aquí conmigo. Doy media vuelta y ahí está, delante de mí, mirándome con esos ojos azul intenso y sonriéndome con la boca torcida, ese gesto que tanto me gusta y que sólo él sabe hacer. Y entonces me pregunto... ¿Cómo es posible querer tanto a alguien?

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