Aquello que en su momento fue bonito, hermoso. Un amor que
pocos conocen y que todos quieren. Esa bonita flor que parece que nunca se
marchitará pero que, al final, quieras o no, acaba muriéndose. Pensar en lo que
un día tuviste, en lo que sentiste, y llegar a la conclusión de que a veces no
merece la pena llegar hasta ese punto con alguien. Porque, ¿de qué sirve, si al
final todo acaba igual? Se dejan de lado los sentimientos y empiezan las
discusiones, una tras o otra, sin parar, sin tener en cuenta el daño que haces.
Y todo esto, todo lo que has vivido con esa persona, ¿Para qué? Para sufrir,
llorar y pasar semanas o incluso meses en un pozo del que te cuesta la misma
vida salir.
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